A casi 2,500 metros de altura, bien dentro del Cajón del Maipo y muy cerca del límite con la Argentina, se encuentra el Valle de las Arenas. Rodeado por montañas y surcado por ríos, allí tiene lugar la existencia de un ecosistema único. Glaciares, cóndores, peucos, lagartijas y especies vegetales que sólo existen en ese lugar y a esa altura determinada y que, fuera de allí, no tienen chance de sobrevivir.
Durante la mayor parte del año, todo el valle y sus cumbres se encuentran cubiertos por densas capas de nieve. Alrededor del mes de noviembre comienzan los deshielos, que provocan que durante el mes de diciembre la vida allí florezca. Hasta enero, cuando la sequía llega para instalarse y ponerle fin al ciclo de vida de la flora del Valle de las Arenas. En tan sólo dos meses, todo germina, crece, florece, se reproduce y muere quedando semillas y raices latentes que aguantarán casi diez meses bajo la nieve para volver a vivir esos dos meses de esplendor el próximo año.


Por eso, de acuerdo a la época del año en la que decidamos visitar el Valle de las Arenas, vamos a vivir experiencias muy distintas. Durante el otoño, el invierno y parte de la primavera, será posible practicar ski, snowboard, randoneé y todo tipo de deportes asociados con la nieve. Pero también, las difíciles condiciones meteorólogicas y climáticas, no lo convierten en un tipo de excursión que un novato podría hacer. Se requiere experiencia, buenos guías y equipamiento adecuado.
Durante una parte de la primavera y el verano, se abren las posibilidades de realizar otro tipo de actividades outdoor como la escalada deportiva, la escalada boulder (sin arneses), el camping, el trekking en ascenso hacia el Glaciar Colgante El Morado, el avistamiento de aves y muchísimo más en un entorno completamente libre y salvaje.


¿Qué se puede hacer en el Valle del Arenas?
En primer lugar, se puede acampar en un entorno único a la vera de los esteros que alimentan al Río Maipo. También se puede practicar la escalada sin arneses en una zona de grandes rocas bajas más conocida como «choriboulder». Además, se puede practicar la escalada convencional en las laderas de las cerros que rodean el valle. Como si fuera poco, podemos saciar la sed paleontológica y escudriñar fósiles de la época en la que todo esto que ahora es Chile.
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